RE-START


Comenzar de nuevo; rebobinar, borrar si es necesario, y adelantar; dar vuelta la página y “echarle pa’ delante”. Distintas maneras para comunicar, de una forma verbal o escrita, la necesidad de un cambio en la vida; una revisión y posterior renovación de la rutina diaria en busca de una transición existencialista y, si se quiere, espiritual, de lo que se ha vivido hasta ahora. Una actitud reconstructiva que, en la mayoría de lo casos, ejecuta el ultimátum “esto de acabó” y permite iniciar un nuevo camino por la carretera multidirecional que es la vida, con sus largas desviaciones y sus pedregosos tramos. Una decisión personal llena de esperanzas y posibles que sólo se hacen reales cuando realmente se quieren; cuando uno “enserio” desea algo nuevo, distinto; incluso renovador para el resto de la existencia.

Una determinación humana que Martín Ramos no ha logrado llevar a cabo. Su intrínseca timidez obliga a este chico cinéfilo a refugiar sus expectativas de vida en las venturas y desventuras de los personajes de Martin Scorsese, Clint Eastwood y Sofia Coppola, entre otros. De hecho, la mayor experiencia realizada por Martín fue un humillante y desastroso viaje a la playa de Morrillos en el norte del país durante un caluroso verano. Allí, pasó dos semanas tratando de aparentar un modo pokemon y personificar a un adicto regetonero nunca antes visto en su grupo de amigos, ni mucho menos en el peor de los arquetipos construidos por el fabuloso Stanley Kubrick o el “mister comic” de Quentin Tarantino. Un repulsivo personaje que babeaba por prematuras-niñitas-sexualizadas que sólo deseaban poncear al ritmo de la aclamación febril producida por el falo masculino. Y esta irreconocible personalidad de Martín le costó caro, ya que su eterna enamorada, Macarena Santelices, reprochó aquella estúpida actitud y nunca logró quitarse esa imagen sexópata-juvenil de su cabeza. Martín, el ex Daddy-Papichulo, terminó con las mínimas esperanzas de concretar un futuro pololeo. Para la Maca, este chico tierno y peliculon en quien pensó declararle su escondido amor, se convirtió en un calienta-sopas, gueco y falso weon.

De modo que este periplo estival concluyó en el siguiente final: “chico se quedó sin chica, sin perreo y sin respeto de los amigos. El protagonista quedó seco de amor y embriagado de dolor”.

Pensar en los por qué o las razones que llevaron a Ramos a tomar esa actitud no es lo fundamental. Al contrario, es completamente inúltil pensar en ello. ¿Qué interés tendría si su particular comportamiento se debió a la necesidad obligatoria de tener el primer follón, después de 21 años virginal? O si cambio su personalidad para tratar de agradar a la pelolais de la Maca, pero a las finales la pobre chiquita era tan mojigata y señorita que terminó por aburrir al varonil Martín... ¡Ah! ¡Acaso nadie ha querido hacerse pasar por otra persona para agradar a alguien! ¡Por favor, no vengan con cuentos!... Yo... Si supieran lo que uno tiene que hacer para aguantar... Es incontrolable el hambre carnal de...

-¡Up! Perdón, dejé que mis egocentrismo de autor me dejará manipular y olvidar la historia de Martín.

Mejor concentarse en contar cómo Martín Ramos pudo dar un RE- START a su vida y re-econtrar a alguien que lo quisiera tanto o igual como lo hizo Macarena Santelices.

Continuará