Santiago observa a los pasajeros del Metro y no entiende. Ve sus caras de cansancio, miradas resignadas, respiros sin anhelos; algunos sentados, otros parados. No comprende. Santiago pide permiso antes de subir a un vagón, es cuidadoso de no atropellar a otra persona, y si puede, da su lugar apenas lo desocupa. Pero el resto olvida. Santiago cree que los capitalinos dejaron de sentir la presencia del prójimo, eligen vergüenza antes que atreverse y mirar. Prefieren ser ambulantes de sus propios destinos, y solidarizar en fechas especiales: públicas. Santiago sabe; vive en silla de ruedas.
Santiago en 99 palabras
Santiago observa a los pasajeros del Metro y no entiende. Ve sus caras de cansancio, miradas resignadas, respiros sin anhelos; algunos sentados, otros parados. No comprende. Santiago pide permiso antes de subir a un vagón, es cuidadoso de no atropellar a otra persona, y si puede, da su lugar apenas lo desocupa. Pero el resto olvida. Santiago cree que los capitalinos dejaron de sentir la presencia del prójimo, eligen vergüenza antes que atreverse y mirar. Prefieren ser ambulantes de sus propios destinos, y solidarizar en fechas especiales: públicas. Santiago sabe; vive en silla de ruedas.
Publicado por
Tomás Véliz
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