FRUSTRACIÓN 2007


El dolor punzante es etéreo pero prolongado. Más bien es como una aguja que molesta en un punto decisivo de la espina dorsal.

Recostado en una cama de clínica observo mientras la enfermera de turno me pone una “intravenosa” de Profenid para aliviar mi penuria espaldaril… Molestia constante.

Un reloj incrustado en la blanca pared de la sala de Urgencias me mira con nostalgia. Son las 11:45 pm y ya he perdido la última cena, el último bocado antes del nuevo año.

Papá no para de alegar por la espera y el cambio de turno entre los sanadores rubios-ojos-azules que transitan por el lugar. Cada uno en lo suyo, atendiendo a su tiempo y a su sentir. Vestidos con bata blancas que no ilustran la más mínima gota gorda de sudor o sangre por ayuda al afligido, al malherido. “Frescura chilena”, enuncia el Sensei al notar mi rostro fruncido. Lástima que no pude saborear la carne al jugo de mamá.

La medianoche llegó y veo a mi padre cómo calcula la paga de la atención. Mi posición corporal, con las manos apoyadas a una espalda recta pero adolorida, denotan una necesidad por más droga medicinal… Los gastos para el dolor lumbar se mantendrán y un 2008 se presenta con cierta necesidad de esforzarse más… A pesar de la decisiones equivocadas, las elecciones erróneas, y los movimientos técnicamente equivocados. Un cambio vivencial hay que dar. Y a lo buen chileno, es hora de “apechugar”.

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