Al fin te vi


Los molestos focos azules y la poca luminosidad del bar mantenían esa atmósfera expectante de otra noche de fiesta. Se veían cuerpos moverse al compás de la música dance-pop-rock del minuto, pero no sus identidades. Desconocidos personajes de fiesta congregados para el cumpleaños de un viejo lobo amigo. Y Chico, uno más dentro del grupete conocido del festejado, miró; se dio cuenta que era real. Sabía que el alcohol en su sangre no era suficiente para alucinar o entorpecer la vista con espejismos crueles. Chico emocionado concluyó que tenía otra oportunidad. Luego de 5 años se repetía el encuentro: Ella estaba ahí.

- Hola.
- ¡Chico! ¡No te creo! ¡En serio eres tú!
- Sí… Hola.
- ¡¿Cómo estai?! Tanto tiempo… No te creo… Eres tú, qué wena…
- Sípo… Wena.
- Pero cómo estai… ¿Qué estai haciendo? Trabajando, estudiando…
- Estudió… Periodismo… O sea, guión y periodismo… Creo…
- Jajaja. Qué bacán… Y cuánto ha pasado, ¿5 años?
- Sí, muchos.
- La cagó.
- Y tú… Estai igual.
- Hai, gracias… Un poco más carreteada no más. Jajaja.
- Para mí estás igual que antes… Siempre.
- ….
- ….
- Eh, bueno, yo estoy en cuarto de sicología. Ahí en la Andrés Bello.
- Mira tú… Qué bueno verte. En serio…
- Sí, han pasado años. Pucha, y los demás de tu curso. El Tito, el Pancho… No sé, ¿el Gabriel sigue la Tamara?
- Sípo. Siguen ahí. Yo creo que se casan…
- ¡Ya! Qué wena. Pucha, no sé, es muy raro que nos encontremos así después de tanto tiempo.
- Sí, pero qué tanto. Lo importante es que nos vimos.
- Sí, es verdad.
- ….
- …
- Oye Ella, ya que nos vimos podríamos…
- ¡¿Lefran?!
- …
- ¡Mi amor! Por fin… Justo te estaba buscando ¿La está pasando bien?
- Sí, aquí me encontré con un amigo del colegio.
- Hola cabro.
- Hola, cómo va.
- Bien po, aquí viendo cómo se jotean a mi polola. Jajaja.
- ¡Hai, Lefran! No molestí. No le hagas caso Chico, es sólo un webeo.
- Ah, sí sé. No te preocupes…
- Sípo cabro, relaja.
- Descuida. Ni caché la talla.
- Demás… Bueno Ella, ¿vamos? Me conseguí otro carrete por el centro.
- Pero si acabamos de llegar.
- Yapo Ella, no seai po. ¿Qué te cuesta?

Lefran y Ella se dieron un carnoso beso.

- Ya. Qué le voy hacer… Está bien.
- Ya, la raja. Le aviso a la Caro y al Beto para que nos acompañen. Chao cabro, suerte.
- Suerte. Chao.
- Pucha Chico, sorry…
- …
- En verdad quería hablar más contigo, pero veámonos. Dame tu cel o algo, y ahí cachamos para hacer una juntada u otra cosa.
- Ya, cero atado.

Lefran grita en la entrada del bar:

- ¡Ella! ¡Apúrate que nos esperan!
- Ya, si ya voy.
- Ella, mejor anda. Yo le pido tu número a la Tamara con el Gabriel. Filo.
- ¿Seguro? Porque no me cuesta nada dártelo. O el messenger. Si tan sólo…
- Sí, seguro. Anda. Confía en mí…

Ella le dio un fuerte beso en la mejilla. Y él la abrazó con ternura. Ambos se despidieron nuevamente, y Chico observó su retira del bar. Ella se detuvo en la entrada, se dio vuelta y buscó el rostro de un pasado, pero no lo encontró. La oscuridad del sitio no le permitió ver a dónde se fue. Ella salió apenada.

Una silueta humana expedía una nube de humo producto de un cigarrillo a medio terminar. El tabaco quemado brillaba con una luz anaranjada en forma de círculo:

- Aquí vamos de nuevo.

No hay comentarios: