Pensamientos in the Chilean-wild

El Norte. El aire es limpio, el sol poderoso quema la piel y el viento ayuda a refrescar. Siento todo. Estado emocional. Pasan las horas. Y eso no importa. Aquí, el tiempo deja de existir para deliberar protagonismo al silencio. O mejor dicho: a la tranquilidad. Esa es la sensación que percibo a tres metros del suelo en una pierda pensante. No hay espacio para perturbadoras interrogantes ni dudas existenciales; desaparecen las futuras preocupaciones, y el corazón se recuperar de un rompimiento arterial en plena estación primaveral Ahora, disfruto… Me sano de un amor humano y conecto con otro natural.

El oleaje de la tranquila marea de Playa Blanca baña al lento crepúsculo. Los rayos solares decantan en hermosos destellos que colorean la mar. Envidiable postal. Pero no puedo mentir. Estando lejos, la siento más cerca. La alba arena de la planicie simula la tez de su rostro, y la pasividad del lugar emula tardes de compañía apoyado en su pequeño y frágil, pero curvilíneo cuerpo. La imaginación explota hasta la capital y rescata a C.S.I. del infierno de cemento para transportarla hasta mi cobijo. Palpitación dual. La añoranza se convierte en mágica realidad y ambos disfrutamos del inhóspito lugar.

El silencio se esfuma. Su aguda voz y reiterados rezongueos re-crean la sonoridad del territorio. Nos comunicamos, charlamos. Reímos y lloramos. Estamos re-conectados.

Ella logra aparecer al lugar que vaya. Pero no molesta. Si no que reconfirma un sentimiento en busca del olvido y, sin embargo, la memoria lo trae latente de vuelta. Sentimiento perpetuo. Quizás por su significación personal o por efectos del azar. Eventualidad que nos permitió encontrarnos y luego terminó por separarnos. Y por lo mismo, prefiero aprovechar la falsa-real juntación hasta que la consciencia me enrostre la verdad. Ensueños de besos y abrazos. Fogosidad pasional.

Estrellas iluminan un cielo ya oscuro, y aún siento sus caricias en mi rostro. Pero la calidez se convierte en viento fresco, de nuevo. Y de la piedra pensante observo un mar oscuro, una desolada playa y, desde la distancia, a tres compañeros que piden el regreso al quincho para comenzar el respectivo divertimento. Re-play. Nada más. Y “pon los brazos alrededor mío”, es la frase musical de este periplo. Ya sea para bien o para mal. Come back.

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