Ladies Part I

Parece extraño, especialmente porque sé, o creo saber que tengo una mentalidad 100% contemplada en el género femenino, pero todavía no he dedicado alguna reseña o siquiera algún comentario acerca de la mujer. ¿Qué me estará pasando? ¿Tendré una especie de amnesia que me impida pensar en chiquillas mientras escribo, estaré estéril creativamente hablando, ya que no puedo relatar sobre lo mejor que existe en el mundo, después de los “Doritos” ? Podrá ser posible. Tal vez. No lo sé. Sin embargo, es hoy, 2 de septiembre, que me hago presente para hablarles del concepto que en la jerga adolescente se define como “las minas”, o cabras, o guachonas, y hasta minurris... La verdad, es que cualquier otra acepción o sobrenombre no es lo transcendental, más bien la idea es crear una suerte de dedicación a este grupo selecto de individuas que día a día acompañan al hombre chileno en este camino tortuoso y difícil llamado vida. Por los mismo, siento que es necesario homenajearlas.

Algunos pensarán, exclusivamente los lectores más machista, que debo ser un macabeo cualquiera. Alguien que está siempre sometido a su pareja e incluso a su madre. Un tipo que acepta todos los mandatos de una generalísima y que hasta sería capaz de ir al mall de shopping, con su minita, en vez de disfrutar un partido de fútbol con los amigotes... Sorry caballeros, están totalmente erróneos. De hecho, soy uno de sus más fieles compañeros en la lucha contra el autoritarismo femenino en el país. En serio, créame. Y ojalá que mis amigos más íntimos sean lo bastantemente capaces para que, luego de los comentarios de este escrito, me defiendan.

Pero bueno, la idea no es hablar de ciertos prejuicios que se puedan tener de mí sobre el tema, sino que estoy reunido aquí, con mi destartalado computador de testigo, para conmemorar a la mujer. Sin embargo, que no se piense que es “su” día ni mucho menos, sino que en mi naturaleza, las mujeres me han dado todo un mundo de vastos sentimientos que divagan entre las tristeza más oscura hasta la felicidad más plena. Pasando por la excitación húmeda y vergonzosa, hasta la pasión misma de lo que se denomina como “hacer el amor”, aun cuando este último pensamiento es sólo, por ahora, una utopía (risas). Distintas experiencias que toda compañera, amante, amiga y polola puede entregar con las acciones más simples y, por consiguiente, las más complejas que existan en cualquier manual de comportamiento interpersonal. Y lo digo sinceramente, ya que las ladies no son puros objetos sexuales. No caballeros, para nada. Existe el gran desafió de conquistarlas a través del papel de Romeo Contemporáneo, pero en sus misceláneas facetas con el fin de obtener el amor de pareja. Es como si fueran una especie de diamante exquisito, milenario, que vale una fortuna, y que el sólo hecho de tener una de éstas entre tus manos te hace sentir un placer inmaculado. Ellas te dejan ser parte de su vida, entregándose en cuerpo y alma, cuando hay muchos colegas que ceden el cuerpo solamente; son capaces de comunicar una ternura que sólo su feminidad puede trasmitir, y llega ser placentero que una joven esté a tu lado y que te diga, con sus cristalinos ojos claros: “e amo, te quiero, o inclusive frases como: “mi gordito, mi niño, mi guacho, mi chanchito y, si se quiere ser más deslenguado, ¡mi churrazo¡” (esta última desiganación femenino a la pareja va dedicada con exclusividad para un ferviente amigo potrillo que se debería acordar de alguien especial, y que es, obviamente, de una ex; y en el mismo sentido, de una mujer).

Es tal como mi Sensei dice: “ Tomás, acuérdate que a las mujeres se le debe respetar siempre, no importa lo que te hagan o cómo sean, o qué digan. Siempre debes cuidar tu vocabulario con ellas y ser lo más considerado en al momento de tratarlas, porque las tendrás en tu camino hasta que en el lecho de tu muerte, esa fiel amante o esposa llore por amor... Solloce por ti”.

Columna hecha por Tomaso Tornatore Antonioni el 3 de septiembre de 2005.

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