Conversaciones virtuales

Conectada, entre paréntesis, ausente. Esa es la denominación que la Minu se pone cada que vez que la pillo en MSN. Esta mensajería electrónica es, hasta hoy, la forma para comunicarnos, conocernos... Aunque sea a través de la forma en cómo tecleamos las palabras o exponemos sentimientos, inquietudes o alegrías, por medio de dibujos animados y caretas amarillas con múltiples expresiones. Una interacción virtual sin roces, olores o miradas reales. Su rostro y su cuerpo lo veo por una fotografía puesta en la casilla que lleva su email. No sé si es ella en verdad o un plagio de identidad producto de pudores o miedos. Podría no importar el detalle de lo físico, de lo palpaple, pero importa. Saber su real color de pelo, su verdadera sonrisa –expresada cada vez que cliquea repetidos ja en el teclado-, o poder observar la inocencia de sus ojos expresada en cada monito tierno, casi llorón que elige para dar cuenta de sus vergüenzas y rubores, creo que no tiene precio. Sé que existe.

Entonces, ¿qué hacer?... E ahí la disyuntiva.

Comentarios van, comentarios vienen. Otra charla más con la Minu una noche de aquellas, en las cuales todos los jóvenes de nuestra edad salen a divertirse en fiestas universitarias o juntadas para “arreglar el mundo”; y no es que nosotros decidamos quedarnos en nuestros hogares como freakees antisociales, pero justo nos conectamos en ese momento preciso para conversar cuando los otros no lo salen. Las frases cómicas, que con las horas (es toda una alegría tener banda ancha), se hacen profundas e intensas. Las palabras deben escribirse lo mejor posible para evitar malos entendidos o dobles sentidos, típico del chileno. Pero bueno, la Minu siempre entiende. Nunca se enoja por errores gramaticales o semánticos. Tal vez es capaz de verme más allá de la pantalla. No sé. Por eso es la oportunidad, la chancee valerosa de hacer la gran pregunta; primero la pienso unos segundos y luego la cliqueo.

- ¿Crees que deberíamos vernos? (Frase robada de la película You’ve Got Mail).

La Minu se pone ausente. Pongo todas las caras de incertidumbre, espera o incomprensión que tengo en la mensajería y, sin embargo, ella no escribe ninguna palabra. Nada. Los segundos son sempiternos. Y tras ver unas letras de su casilla que dicen “Minu está escribiendo un mensaje”, mantengo la esperanza. El último mensaje recibido fue hace tres minutos, sumándose cinco y otros diez. La casilla sigue enunciando “Minu está escribiendo un mensaje”. Molestas interrogantes toman mi atención y no dejan concentrarme en la futura respuesta. De pronto la espera finaliza y lo único que puedo hacer es vociferar:

- ¡Maldita tecnología!

La Minu sale desconectada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que es de tus mejores escritos